TEXTOS SIEMBRA

Mientras transcurre una movida mañana caleña en un parque al sur de la ciudad, una señora siempre atenta y amable exclama:
-¡Siempre a la orden, acá con mucho cariño le atendemos!
Ella es Dora Carpio, pertenece a ese 60% de la población caleña que es afrodescendiente. Tiene cincuenta y seis años, lleva cabello negro, unos ojos de igual color y una prominente risa que la acompaña todos los días. Dora es una de las vendedoras autorizadas para establecerse en el parque del Ingenio.

Con cariño para Cali
Por: Andrés Aristizábal

-Vendo jugos de frutas en leche y en agua, endulzados con miel o azúcar, ensaladas de frutas, luladas y por supuesto el cholado – comenta orgullosamente Dora-.
- No ha sido fácil mantenerme acá, con los problemas que ha tenido este parque, y la situación de que nos sacan, que no nos sacan, que nos van a trasladar. Pero gracias a Dios acá seguimos. – dice Dora-.
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Transcurren las 7 de la mañana en el parque del Ingenio, por toda la carrera 83 entre calles 13 y 16, Dora empieza labores, adecuando su puesto de servicio, ayudada por su hija María y Sonia, una amiga suya.
Entre pitos -debido al alto tráfico que presenta ese sector en horas matutinas-, personas que van y vienen en bicicleta, trotando o ya sea caminando, guardas bachilleres y gran cantidad de perros que son sacados por sus dueños, Dora desarrolla sus primeras horas de laburo.
Y es que este parque se ha venido transformando en un punto clave para la ciudad y la convergencia de sus habitantes. En 2011 el parque El Ingenio, una de las zonas verdes más grandes del sur de Cali, se convertía en el Parque Biosaludable del Río Meléndez, dotado de espacios deportivos, senderos peatonales y juegos recreativos. Hecho que agradece Dora:
-Antes de la remodelación yo venía en las tardes que era cuando había gentecita, pero luego lo remodelaron y ha sido una bendición, tengo trabajo todo el día, empiezo bien tempranito y me voy cuando llega la noche.
-Este parque brinda un espacio cultural para la ciudad, los que viven cerca pueden venir con sus familiares o solos y hacen ejercicio, juegan fútbol y pasan el rato disfrutando de la brisa, y para otros este parque nos brindó la posibilidad del trabajo – Agrega Dora mientras atiende sus primeros clientes -.
La alegría de Dora al hacer lo que hace, es evidente, pero también es consciente de lo difícil que ha sido y por eso vive agradecida con su trabajo y del lugar donde está. Y no es para menos, según cifras del Dane de esos 60% afrodescendientes que constituyen la población total caleña, el 40% es desempleada. Y difícil la tienen pues de cada 100 jóvenes que termina el bachillerato solo uno se gradúa de la Universidad. Cabe recordar que esta población afrodescendiente en su gran mayoría son desplazados de sus tierras de origen y migran a la ciudad de Cali en busca de una oportunidad que no siempre se da.
Dora es oriunda de Puerto Tejada, al norte del departamento del Cauca, una de las zonas más golpeadas por la violencia de toda Colombia. En su niñez- y en la actualidad- era normal ver muertos todos los días, tirados en las calles o cadáveres que fluían por los ríos aledaños. Sin embargo esta etapa de su vida a Dora no le gusta recordar.
-Todos saben lo difícil que fue y es el Cauca, allá la violencia es pan de cada día, y como muchos, mi familia y yo desde hace tiempo nos tocó buscar nuevos horizontes. – Con cierta apatía comenta Dora-.
Hoy en día el recrudecimiento del conflicto armado en el Cauca coincide con la entrega de títulos de tierra a las más poderosas empresas transnacionales mineras, como la Anglo Gold Ashanti, Cerromatoso y Carboandes. Entre estas tres empresas -representantes del capitalismo salvaje-, son dueñas de más de la mitad de las tierras del Cauca.
Los efectos inmediatos del nefasto modelo de desarrollo del país, la convergencia de grupos armados ilegales como las bacrim y guerrilla, el desplazamiento forzado, y la inoperancia estatal, son todas características del Cauca y que bien podría ser el epítome de la historia del país.
-No había oportunidades, no había ayuda, estábamos solos, allá o te vas o terminas víctima del fuego cruzado – agrega con cierto recelo Dora-.
-Pero la vida conmigo ha sido buena, yo me instalé en Jamundí, trabajé en un club social en la parte de la cocina, y con el tiempo monté mi localcito de cholados allá en el parque, cuando todavía se podía. Y Con eso arranqué en este negocio, y hace 15 años aproximadamente me vine para Cali.
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Las manos de Dora, abrigadas en unos guantes transparentes, sostienen con fuerza un bloque de hielo que en poco tiempo queda reducido a una taza de ‘nieve´- como dice ella-, esa nieve que coloca con cuidado en un vaso y aprieta con una cuchara para formar un montoncito que recibirá trozos de una gran variedad de frutas, y para los más ´mecateros´ milo y lecherita.
Es la preparación de su primer cholado, a eso de las 11:00 am, cuando el calor comienza a agobiar en la ciudad de Cali.
-Al medio día comienzo a vender luladas y cholados, arrima mucho taxista, mucho motociclista y también la gente que anda todavía en el parque, y acá se les atiende para calmarles ese calor que hace por estas horas.
Dora sigue hablando:
-Como le digo, gracias a Dios a toda hora hay trabajo, hay clientes para todo momento y siempre se les atenderá con gusto, no sólo es mi trabajo sino mi vida, con esto le he podido pagar todo el colegio a mi hija y ahora andamos para que estudie en el Sena o en un técnico. Ella ya se graduó hace unos años del Colegio, y ha venido a ayudarme con el puesto, pero tanto ella como yo queremos que siga estudiando y tenga una carrera.
El parque del Ingenio no descansa, en las mañanas es transitado por personas que buscan una rutina saludable, usando el gimnasio público, o trotando alrededor de la eco-ruta. Y en las tardes visitado por muchos caleños que buscan un lugar para mitigar el calor de la ciudad, y disfrutar de la brisa con algún refresco en la mano.
Sin embargo el parque no ha sido un elemento democrático, no todos los vecinos del sector han estado o están de acuerdo con lo que significa el parque. Es evidente que la proliferación de ventas ambulantes en el lugar ha ido en detrimento de la estética del barrio, de la comodidad para los habitantes del sector y de la seguridad. Al respecto Dora manifiesta:
-Es verdad que algunas personas han estado inconformes desde que se remodeló el parque, porque ha traído mucha gente, y con ello los problemas comunes; tráfico, que la invasión de espacio público. También el parque representa una oportunidad para los ladrones, todo hay que decirlo.
Y es que llegó a tal punto la situación en el parque, que en horas ´pico´ de 7:00 a.m. a 10:00 a.m. y 5:00 p.m. a 7:00 p.m. tiene que haber presencia de bachilleres y guardas de tránsito, los primeros para vigilar el orden público y los segundos para normalizar el tráfico de vehículos.
Otro dato y no menor, es que según la personería de la ciudad, se ha venido incrementando los puestos de ventas hasta llegar a 50 vendedores ambulantes, de los cuales solamente hay autorizados por logística 20 locales de comidas.
-El problema de los vendedores es viejo, no viene de ahora, antes de la remodelación éramos varios los que vendíamos y no había control, ahora después de la remodelación es que quisieron darle un orden, nos autorizaron a 20, respetando la antigüedad. Yo fui de las primeras que llegué así que me tenían que dar mi lugar. – Explica Dora.
-Los que estamos aquí autorizados somos gente de bien, que la policía nos conoce, y que inclusive pasamos las requisas sanitarias. Mantenemos nuestro local y alrededores muy aseado y brindamos un servicio a la comunidad, además que la gente que viene seguido al parque, nos quiere, nos tiene confianza y hay una relación con ellos.- Finaliza Dora ya con gestos de agotamiento por toda su jornada-.
Dora Carpio, porteña, afrodescendiente, representa esa población Colombiana que ha tenido que soportar mucho sufrimiento, pero con entereza sigue de pie en la vida, que busca lo mejor para los suyos, pero que sobre todo entiende que la mejor manera de seguir adelante es haciendo el bien.